jueves, 31 de diciembre de 2015

Un día decidí

Un día decidí no maltratarme por los errores cometidos,
y a cambio aprender siempre de ellos y vivir para buscar
soluciones, no problemas.
Un día decidí que los complejos los dejaba para los simples.
Un día leí que la felicidad no es un estado, sino una actitud; y entonces lo entendí.
Un día decidí que prefería dar las gracias de más a darlas de menos.
Un día entendí que los mejores momentos de mi vida siempre eran compartidos con otras personas.
Un día entendí que la popularidad te acerca a muchas personas,
pero no te brinda muchas personas cercanas.
Un día entendí, que más allá de las apariencias
nos parecemos más de lo que parece,
y que parece ser que no siempre reconocemos
reconocernos en otros seres.
Un día entendí que la sensibilidad es fortaleza, no debilidad.
Que la debilidad nos hace más humanos.
Y que, lógicamente, todo ser humano es contradictorio.
Un día decidí que mi sacrificio siempre estaría un peldaño por encima de mi ambición.
Un día entendí que había dos posibles actitudes ante la dificultad:
- rendirse, resignarse y dejarse llevar
- o luchar más fuerte que nunca para superarla
Ese día decidí que autosuperación era mi palabra favorita.
Un día entendí que la competencia más sana es la que se hace con uno mismo.
Un día entendí que una vida cómoda no puede ser una vida de superación.
Un día entendí que quizás mi mayor defecto es no querer renunciar nunca a nada... Quizás.
Un día decidí que una de las bases de mi vida sería entender. Un día entendí que la indecisión también es decisiva.
Un día decidí que las personas que me pusieran en duda terminarían entendiendo lo que soy. Los primeros: los que juzgan en segundos por palabras de terceros.
Un día decidí que no aceptaba más negatividad.
Un día decidí que las dificultades y los problemas son una prueba para demostrar mi valía.
Un día decidí que mi moralidad se definía por dos normas:
- tratar de no hacer daño a nadie
- y no engañar a nadie
Lo demás son reglas que no arreglan nada.
Un día entendí que el cansancio acumulado nos hace ver la meta más lejos:
Si has luchado muy duro por un sueño, no desistas, estás más cerca de lo que crees.
Un día entendí que el amor es la forma más inteligente de sabiduría.
Un día entendí que se aprende más del error que del acierto. Por eso, las personas más sabias son las que más veces se han equivocado.
Un día entendí, que si creo en mí, entonces creo en los demás, porque ahí fuera hay muchas personas como yo.
Un día decidí que creía en mí.
Un día decidí que a esta vida había venido para disfrutar,
no para llorar.

Un sueño siempre es una buena excusa para vivir. Una vida siempre es una buena excusa para soñar.